domingo, 7 de abril de 2019

Romance de valentía



Cuántas veces me alegro
de que termine el día.

La noche es una tregua
que viene a liberarme

En sus horas insomnes
me sumerjo los mares tenebrosos
de mis íntimas dudas ,donde apenas
si me mantengo a flote,
rehén de las mareas que fluctúan
entre mis sueños y mis realidades

Ha valido la pena
-me pregunto-
resistir.

Afanarse
por seguir respirando un poco más,
por exigirle al aire que se apreste
a alentar mis rutinas
y a la luz que atestigüe
el color de la sangre
de un alma fatigada ,que malvive
de derrota en derrota.

La madrugada en blanco
termina por rendir tu resistencia
y acaba transformándose en el lapsus
sedante y compasivo,
en el que los minutos se eternizan
y cobra el mundo otra dimensión
en la que todo encuentra su lugar,
su por qué ,
su sentido...

Y si no,pues tampoco
llora por eso nadie
ni cruje y se colapsa el universo...

Después de la zozobra,
qué grato recalar en la quietud amena
del espejismo de tus seguridades.

Luego, cuando amanece,
es cuando vuelve el miedo.

Temor a que galopen los minutos
con el furor de potros desbocados ,
a ver desvanecerse
como si fuesen humo los instantes
sin haber exprimido hasta la médula
su esencia primordial .

Pavor  a que se paren para ti  los relojes
y a que todo termine...

No queda más remedio
que huir hacia adelante...

Que hacerte la valiente
impostar la sonrisa
y renovar con gusto tu romance
incierto y tormentoso con la vida.

Que esperar otra noche
en que el silencio anime a hablar con uno mismo
y seguir preguntándote.













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