Ahora , que ya miro con la pupila clara
del que ha visto espectáculos de todos los colores
es cuando más valoro los predios interiores
que me habitaban dentro sin que yo lo notara.
Por más que haya escuchado los pájaros cantores
que celebran la aurora en lúdica algazara
incendiada de arpegios , en nada se compara
al trinar en mi pecho de mil y un ruiseñores.
Vuelvo, pues, a mi origen, , al refugio secreto
de mi isla volcánica , en dónde redecora
mi alma sus cenizas según mi azul boceto.
Fantaseo que en ella alcanzo la utopía
de que mi voz encuentra su plenitud sonora
y que toda la música que hay en el aire es mía.