lunes, 31 de agosto de 2020

Razón de vivir


 

Hay almas que ya traen incrustada

en la frente al nacer su buena estrella

y otras vienen tatuadas con la huella

de una apática luz difuminada.


Pero no hay vida más desangelada

y falta de razón que la de aquella

que cada noche solo se querella

contra la soledad de su almohada.


Creados para estar en compañía,

no podemos rehuirla por no hacernos

la existencia un rosario de disgustos.


Nos toca convivir, en la utopía

de que no habitarán nuestros infiernos.

más lágrimas ni duelos que los justos.




Ya es bastante ...( El río de la vida )




 ¿Y para qué  quejarse...?. Es  tontería

malgastar el segundo evanescente,

que conforma un efímero presente,

empeñado en rehuirte  día a  día


Rescatar cada grumo de agonía

o de esplendor que flote en la corriente

del río de la vida, es lo prudente.

E ignorar que las venas nos vacía.


Al final,  todo queda en un suspiro...

Conocer su perfume verdadero

nos hace la existencia apasionante.


Si un mínimo momento de respiro

en que atrapar al vuelo algún “te quiero”

le has ido sonsacando, ya es bastante.


domingo, 30 de agosto de 2020

Fuerza de flaquezas

 



Mi pobre corazón,llega otro día

en  el que ver creciendo en mi ventana

la luz sin estrenar de la mañana

como una invitación a la alegría.


Hoy ,si fue por mí, preferiría

no enfrentarme a la lucha cotidiana,

para latir, venciendo mi desgana ,

ni sé dónde obtienes  tú energía.


Debe ser que no tienes más remedio

que intentar sacar fuerza de flaquezas ,

disimulando el paso renqueante.


Toca huir como sea del asedio

de tantos desengaños y tristezas

llevando la sonrisa por delante.


Aliento prestado


Lo primero fue el ser,

maravillado,

de ser , así , sin más, sin merecerlo,

sin llegar a creer que nunca hubiese

tanta buenaventura en algún sino.


Luego llegó el momento de temor ,

de duda , de tener soportar

la náusea de aceptarlo


Después fue dedicarse a agradecerlo,

a disfrutar el don y a darse el lujo

de ir dilapidándolo ,

sembrando de palabras encendidas

los perfiles del aire.


Y al fin, cuando vehemente,

tu espíritu se inflama

y hasta casi levita, creyéndose inefable,

un soplo de la vida te sacude

y te arranca la venda de los ojos.


Te muestrala ruindad

de tu naturaleza ,

y asumes que no hay nada

que sea logro tuyo,

que algún día tendrás que devolver

este aliento prestado ,

que te anima

a explorar las regiones imposibles

del verbo y sus misterios.


Y que por fuerza habrás de ensimismarte

en tratar de exprimir  sus esencias

hasta aquel mismo  instante en que tu pecho

deja escapar un  último suspiro.

Tragicomedia homérica


Qué dichoso fue Homero

que escribió la epopeya que debió, por la fuerza,

vivir y sufrir otro.


Hay días que amanecen para nada...


Para volver de nuevo a la rutina

del paso sobre el paso,

de la senda trillada por la senda,

que nunca nos conduce

a la felicidad.


Para enristrar con tedio sobre sus coyunturas

largas horas vacías de sentido,

en que insistir en la liturgia infame

de la sonrisa hueca que maquilla

el gesto de cansancio ,

el rictus de dolor.


Hay tardes de crepúsculos sin magia

que ni siquiera son un grito cárdeno,

con que clamar, pidiendo al cielo cuentas

de su indefinición.


Hay noches infinitas

que parece que quieren hacer gala

de un firmamento austero,

ferozmente enlutado ,

en el que están de huelga las estrellas

y la Luna se niega tercamente

a prestarnos su luz para soñar,


Hay semanas, hay meses...


...hay años, hay decenios

que pasan sin dejar

muescas que necesiten redención

sobre tu alma oscura ,

apenas se concretan en un brillo

de tristeza animal,

desencantado,

celando la mirada y dejando en la boca

un poso de amargor.


Hay siglos que no estamos para más

hazañas que las justas.


Y es entonces,

cabalmente es entonces,

cuando la vida exige con apremio

que el corazón se infecte con la larva

de la codicia por llegar a ser

el dueño de un latido capaz de imaginarse

canción incorruptible.


Que luego la glosemos,

tal cual,

tragicomedia,

que escribamos a pulso, ignorando la náusea,

con nuestro propio vómito si es que fuera preciso,

nuestra particular,

absurda,

resignada,

patética odisea.


El paso tras el paso,

sobre el polvo se imprimen las rutas del olvido.


Esas predestinadas

a seguir por caminos circulares

tras las huellas confusas que conducen a Ítaca.


Sabiendo a ciencia cierta

que ese lugar no existe


Y que , además, no importa...


...pues , de estar en los mapas de los rumbos vitales

tú nunca has de llegar.


Te habrás de conformar con  que tus versos

intenten dar por ti gozoso testimonio

de que un día pudiste

llegarla a imaginar.