Mira, te lo diré sin un rodeo,
te compro sin dudarlo tu florido
verbo sin par, resulta entretenido
levitar al tuntún mientras lo leo.
Pero perdóname si no me creo
que te lo ha dictado en el oído
una musa , si antes no ha bebido
Anís del Mono y tiene un buen mareo.
A cambio, yo te ofrezco regalado
y oliendo a humanidad mi verso enjuto
que en el matiz del pálpito se extrema.
Degusta muy despacio y con cuidado
su pequeño primor, diamante en bruto,
que encierra pretensiones de poema.