Alguna
vez latió con desmesura.
Alguna
vez creyó ser parte sustancial
del
milagro telúrico que anima
con
su temblor de pájaro aterido
la
fe y el entusiasmo
que
hacen palpitar las estaciones.
Alguna
vez, bien dentro,
en
el meollo,
hubo
un algo vital e indefinible
de
tacto tibio y carnación granada,
capaz
de emocionar y emocionarse.
Hoy
por hoy ,
apenas si es que queda
apenas si es que queda
el
asiento de todas sus herrumbres,
la
carcasa vacía
que
el tiempo respetó.
Pudiera
ser que alguien reconozca
todavía
en sus formas cierta imagen lejana
de
lo que un día fue.
Pero
no habrá quien halle , por mucho que se empeñe.
en
ella ni el más mínimo vestigio de su esencia.
Duplicado
virtual,
roca
caliza,
fósil,
a
punto está de ser mi corazón.
Es
ese el duro precio
que
nos toca pagar por la supervivencia.