sábado, 6 de abril de 2019

Memoria de nuestro paso



¿ Cómo han de recordarnos nuestros hijos?

Cuando el aire no llegue
para aquietar el ansia con que se hace la vida
puro apremio  en la sangre
y del cielo diluvie
plomo y miseria líquida
¿qué dirán de nosotros?

Que fuimos unos necios
seres irracionales,
que en unas ocasiones no supimos
y en otras no quisimos
cuidar con mano amante el mundo tan hermoso
que un día recibimos de las de nuestros padres
en un rico usufructo

¿ Qué herencia dejaremos 
por la que, al recordarnos ,nos bendigan  ?

¿ Cómo nos nombrarán
cuando sean los mares un albañal inmundo
lleno de peces muertos
y no haya en tierra firme un metro del paisaje
que no esté enladrillado?

Grandes depredadores
avanzando voraces
como una mala plaga de langosta,
egoístas y ciegos,
incapaces
de prever hacia dónde nos llevan nuestros actos
-tanto pan como es hoy ,hambre será mañana-
y detenernos antes que el mal que se avecina
resulte irreparable.

Recobremos de nuevo la cordura,
volvamos al camino 
por el que andar dejando apenas la memoria
 fugaz de nuestro paso sobre los corazones.

Dejemos un espacio
- media zancada antes del abismo-
en que quepa el futuro.

En el que corra el corzo
en el que vuele el ave
en el que el mar respire inundado de azules
y canten las sirenas

En el que ría el hombre
y sueñe
y no se rinda...

En el  que pueda aún  la humanidad entera
creer que todavía es tiempo de salvarse.












Gota a gota



Plaf,
plaf,
plaf...

Plaf,
plaf...

¿Cuando se va a acabar esta tortura?

Casi puedes oír
como gotea el tiempo.

Como sin remisión
tu vida se desangra poco apoco.

Es algo casi físico ,
visceral,
que te lleva
al borde de la náusea.

Respirar tiene un precio
y yo se que se paga más que sobradamente
a base de quebrantos

Y de buscar consuelo cada noche ,
suspiro tras suspiro,
en el abrazo tibio y mudo de tu almohada.

Porque es la soledad lo que más duele

La que medra despacio,
la que levanta un muro de silencio
a nuestro alrededor
mientras nos deja exhausta la sonrisa
y nos reseca el alma .

Plaf,
plaf,
plaf...

No hay nada más que hacer
o que decir...

O que sentir.

Solo esperar...

Dejar que todo pase
y se diluya
esta estación de escacha
en el velo de niebla que el olvido
pone sobre los días .

Pero la espera es
de suyo siempre larga.

Y más para los tristes que ya saben
que agotaron su cupo de milagros.

Que detrás de este frío
ningún  retoño nuevo de  primavera aguarda.