Lo mismo que vilanos
que viajan en la brisa, llegando desde lejos,
en los días que hay suerte, a ratos distinguimos
estampas desvaídas de lugares sin nombre
que nos son familiares,
melodías
de las que no recuerdas las palabras
olores imprecisos que sosiegan,
rostros que nos sonríen...
Todo
aquello que alguna vez amamos
se ha ido convirtiendo en un halo impalpable
flotando en la memoria.
Quisieras
atraparlo y exprimir
su esencia entre tus dedos
para poder gozar un poco más
de aquella dicha que te procuraron,
de tacto tan fugaz e indefinible.
Pero
el ayer no es
ya ni siquiera humo,
el aliento sin alma de la vida
lo ha ido dispersando
sobre el inmenso páramo del tiempo
y de él solo queda ese sabor
a amargura posado en nuestros labios
Ese
brillo de escarcha
que colma de añoranzas nuestros ojos.
Ese poso
melifluo,
que sin querer impone
esta cadencia lánguida y serena,
cuyo rumor bendices.
Dulce melancolía,
que hoy te inunda de paz el corazón .