Subir sin descansar vale la pena...
Hay que atrapar las nubes
-me dijeron-
Hay que subir,
sin detenerse nunca,
es tan hermoso
contemplar el paisaje desde el punto más alto
y respirar un aire
tan puro y transparente.
Aquello solo era
un juego que invitaba
a la superación.
Y una consigna a escoplo
taladrada en tu frente
con la que afrontar una existencia
que tiende presentarse cuesta arriba.
“Hay que subir...”
Subir sin descansar,
sin parase a mirar si te sangran las plantas,
si te falta el aliento,
o te siguen los pájaros.
Hoy soy la reina de los ochomiles...
Estoy a punto de alcanzar la cima
del Everest
y ni siquiera toco
el cielo con las manos,
ni a mis pies , rendida,
tengo la Tierra.
Es fuerte
la antigua tentación de dejarme vencer
por la debilidad.
Serme infiel a mí misma
y permitirme
derrumbarme.
Abrazar
ese descanso humilde y placentero
que desde siempre está
aguardando allá abajo.