Como tú,
sin un nexo,
sin precisar del tacto y el apoyo
de nada
ni de nadie.
No hace falta mucho
para sobrevivir:
una buena coraza disuasoria
-mejor si tiene espinas-
y el concurso del aire.
Ni resulta insensato
el renunciar al hielo, si te abrasa.
Es casi obligación
el someterse al signo
de este tiempo imposible y paradójico,
cultivar a placer la displicencia
del desapego autista
y renombrarlo
impulso libertario.
Si no fuese
por mi extraña querencia a compartir
mis risas y mis miedos
yo también lograría,
como tú,
aprender a ser lobo solitario.
A engañar el insomnio de mis noches
aullándole a una Luna indiferente
y bebiendo chupitos de tequila.
Mordiéndome
con saña
los labios
y apurándome,
de un trago largo y sobrio,
mi amargura.
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