Yo quisiera escribir, como antaño, del ave
que me despierta al alba, del dorado señuelo
del Sol en mi ventana, de la caricia suave
de la brisa risueña al revolver mi pelo .
Me aflige ser vocera del vaticinio grave
que adivino en los cárdenos indicios sobre un cielo
en el que reina el cuervo, en el que ya no cabe
más grisura acerada que invite al desconsuelo.
Y es que se confabulan
contra todas mis ansias de ensalzar la alegría
unos ecos agrestes que mi voz estrangulan.
Estruendo que destierra
la esperanza y obliga a que mi poesía
apenas disimule su llanto por la Tierra.