sábado, 12 de marzo de 2022

Lo indisimulado


 

Yo quisiera escribir, como antaño, del ave

que me despierta al alba, del dorado señuelo

del Sol en mi ventana, de la caricia suave

de la brisa risueña al revolver mi pelo .


Me aflige ser vocera del vaticinio grave

que adivino en los cárdenos indicios sobre un cielo

en el que reina el cuervo, en el que ya no cabe

más grisura acerada que invite al desconsuelo.


Y es que se confabulan

contra todas mis ansias de ensalzar la alegría

unos ecos agrestes que mi voz estrangulan.


Estruendo que destierra

la esperanza y obliga a que mi poesía

apenas disimule su llanto por la Tierra.

Brotes verdes

Vivimos en un tiempo desquiciado,

que obliga a que abracemos la costumbre

de existir masticando incertidumbre

y a aceptar que no hay nada asegurado.


La única certeza es que no hay hado

que traiga una verdad que nos alumbre

ni un cielo bienhechor que no deslumbre

con su luz de candil desenfocado.


Nos toca tantear oscuridades

confiando en la palabra, en que se enrede

la duda en su jaez de claridades.


Lograremos vencer toda acechanza

si seguimos creyendo que se puede

sembrar con verbos verdes la esperanza.

 

miércoles, 9 de marzo de 2022

Lo perenne


 

Hablaba del otoño,

de hojas secas,

de pájaros que huyen

y de olores a humus presentidos.


Hablaba del otoño

con la voz agridulce con que suele

susurrar la nostalgia,

sentía cómo iba prosperando

la idea del otoño,

sus raíces silentes, gris urdimbre

de renuncias y pérdidas,

sobre mi piel.


Hablaba del otoño

hasta que de manera inopinada

me encontré transitando por las sendas

perennes del invierno.


No importa lo que diga el calendario


Ni lo que grite al aire

la savia tumultuosa e imprudente

que revienta los brotes del almendro.