martes, 27 de agosto de 2024

Hasta el último instante


¿Dónde estás corazón? Y ¿ cómo ha sido

que te fuiste quedando tan pequeño

que apenas si te cabe ni un mal sueño

de aquellos que estimulan el latido?


Qué sofocó el impulso enardecido

que no desfallecía en el empeño

de sostener el pálpito risueño,

sin cansarse o quedarse adormecido.


Despierta corazón, vamos, despierta,

quiero sentir de nuevo la pujanza

que me hacía cantar agradecida.


Tiempo de sobra habrá para estar muerta,

deja de lado tu desesperanza,

que hasta el último instante, todo es vida.

 

domingo, 25 de agosto de 2024

Los trece golpes




A veces tengo ganas de gritar,

de pedirle su voz prestada al trueno

y preguntar:


¿ POR QUÉ?


¿Qué culpa cometí que mereciera

semejante castigo?


Trece golpes infames

que quebrantan un cuerpo y que persiguen

doblegar un espíritu.


Pero yo siempre fui

de las que no se dejan someter

por razones de fuerza.


Opongo resiliencia fieramente

y me avengo a pagar el peaje que impone

estar hecha de carne sensitiva

y de alma sensible.


Sé que duele vivir.


Y que aún duele más

no hacerlo y limitarse

a ser sobreviviente.


Hay que asumir el riesgo de lanzarse

a apurar hasta el fondo el cáliz agridulce

que, por norma, nos brinda la existencia.


Total, si hay que morirse,

lo mismo da el hacerlo sin tener

ni un solo hueso sano.


Que se joda la muerte si no obtiene

de mi un lindo esqueleto....


Y que no haya nadie

que pueda con razón contarle al mundo

que me ha visto rendida ante el rigor

de esos trece desalmados golpes


Ni ante mil trescientos.


Mi victoria

consistió en ignorarlos

y comprobar al fin

que el sañudo dolor, cuando tu arcilla

 humildemente se reintegra al polvo,

por mucho que se empeñe

no alcanza a ser eterno.



La música del aire




Un buen día, la música del aire

me eligió para ser su pregonera

y yo no me negué, que, aunque quisiera,

jamás podría hacerle ese desaire.


Y el rumor de mi sangre, que sin pausa

imita en su fluidez la tesitura

de la canción del agua, se apresura

también en la defensa de tal causa,


Conque aquí me tenéis, ensimismada,

intentando captar cada suspiro

de una brisa de agosto incandescente.


Engañando otra larga madrugada

solitaria e insomne en mi retiro

de anónima poeta decadente.


Pereza




Pues diremos que son estos calores...

El caso es que he notado cómo empieza

a desbarrarme un poco la cabeza

rememorando antiguos esplendores.


Se ha debido aflojar alguna pieza

que controle el rigor, con los sudores

y, aunque tema los raptos soñadores,

tenerla que apretar me da pereza...


Haré lo que me sé, fingirme cuerda

mientras fabulo, hasta que al verano

lo suceda un otoño de neblinas.


A quién le importa ahí si es que recuerda

o no quién diablos fue, cuando su mano

no diferencia pétalos de espinas.