Ya no sé ni quién soy, difuminada
como hilacha de bruma, en la profundo
de la entraña alienante de la nada
me sumerjo, segundo tras segundo.
Y aunque advierto que estoy siendo olvidada,
aun antes de morir, por todo el mundo,
no me puedo sentir decepcionada,
pues sobre mí yo dudo y me confundo.
Se fue desdibujando mi figura
y hoy titubea el genio... es inquietante
tener identidad tan insegura.
Solo sé que respiro y todavía
pugno por exprimirle a cada instante
su adarme redentor de poesía.