Quiero creer y creo que no habrá sido en vano
todo tiempo invertido en mi peregrinaje
por el mundo, abonando en sudor el peaje,
y de nada deberle a la vida me ufano.
Puedo decir y digo que nada de lo humano
me ha resultado ajeno, que tras el personaje
que al que más y al que menos nos sirve de blindaje
he intentado ver siempre al hombre y al hermano.
Si compartí mi sal, mi pan y mi camisa
o si ofrecí mi techo para engañar al frío,
fue actuando en justicia, no obra meritoria .
Por las veces que abierta ofrecí mi sonrisa
para alegrar al triste, creo, ruego y confío
que haya quien, sonriendo, me guarde en su memoria.