Cantan,
dentro de mí,
de siempre cantan
una legión de pájaros silvestres
melodías torcaces.
Los de ayer entonaban
las canciones alegres y entrañables
que sobre el aire flotan
en los días de Sol.
Los de hoy son un coro
de trinos asustados,
tratando de escapar en desbandada
- desde el presidio de su pajarera
hacia ninguna parte-
de las penumbras sólidas que anuncia
el velo neblinoso de la tarde.
Escuchar su confusa algarabía
resulta enajenante
¿Dónde hay que firmar para que llegue
el silencio por por fin a liberarme?
Para que el horizonte se convierta
en un lugar amable
inundado de luz.
A ver si es cierto eso
de que cuando su hechizo
me deslumbre y me atrape
como a una polilla,
de nuevo puedo ver en su halo la imagen
de los rostros amados.
Y escuchar el sonido de su voz añorada
aunque sea un instante.