Quién
fuera como un ave
que
nunca se extravía,
pues
sabe interpretar los mapas mudos
que
trazan en el cielo las estrellas...
En
mitad de la noche,
el
peregrino que, sin rumbo, arrastra
por el
barro los pies,
mira
con ilusión
la luz
de una cerilla
e
imagina que es el fulgor que señala
la
meta que se anhela.
¿
Quién desea volver la vista atrás
y
contemplar la trocha entre zarzales
donde
fueron quedándose enredados
los
minutos perdidos ?
Detrás
de nuestros pasos
todo es
tierra baldía.
No es
posible
desandar
el camino , ni siquiera siguiendo
el
rastro de ilusiones desmigadas,
lo que
ahora nos toca
es
tratar de seguir hacia adelante.
Si no
tuviera ya
el
cuerpo tan cansado ,
acaso
intentaría
aún
reinventarme .
Volver
a comenzar,
tomando
impulso
en el
tenacidad de la esperanza
que a
diario reverdece
dentro
del corazón
y ser
la que no fui,
la que
tal vez
recuerde
todavía que existieron
días despreocupados y felices
días despreocupados y felices
en los que fabulaba con que yo
también
tenía alas.
Pero es
que pesa tanto
el
lastre que revienta mis alforjas ,
repletas
de renuncias , de traiciones,
de congojas , de ausencias...
de
desencanto y rabia .
Si no
tuviera ya,
exprimido
a conciencia por los años,
un
cuerpo tan exánime...
Si no
tuviera que agotar sus fuerzas
cargando
con un alma que hace tanto tiempo
que ya
no cree en nada...