Voló,
persiguiendo
la estela de las alas
del
último gorrión que puso rumbo
hacia el Sur , por si existe,
se disipó
hacia el Sur , por si existe,
se disipó
el
soplo tibio que quedaba aún
del
volandero otoño.
No lo
llegó a notar,
el
transeúnte anónimo
de tan
apresurado como iba,
para
llegar a tiempo su trabajo,
-o acaso es que corría tras su huidizo
pensamiento
volátil-
Se
diría
que
blindarse de ropa hasta los dientes
no solo
espanta al frío,
también nos atrinchera
el
mismo sentimiento .
Sólo
el sauce ,
desmayo
vulnerable
de ramas desvestidas,
sollozo
vegetal inconsolable,
con su
nido vacío
y yo
,
cargando
a solas mi desnudo,
y
frágil corazón desconsolado,
memorandum de ausencias
supimos
de abandonos sin adioses.
No
diré que lloramos...
Pero
hicimos
rogativas
pidiendo vestigios de humedades
hasta
que al fin oímos llover lánguidamente .
Y pudimos sentir cómo nos recalaba
de sedante nostalgia e infinita tristeza
la canción melancólica que entonaba la lluvia.
de sedante nostalgia e infinita tristeza
la canción melancólica que entonaba la lluvia.