viernes, 14 de mayo de 2021

Confina-miento

 


Para quien sobrevive confinado

en una habitación, cuya ventana

da a un patio interior, en el que reinan

silencios y penumbras,

qué  salida le queda, sino la de entregarse

a los brazos de humo en los que anidan

las sombras de un pasado evanescente.


Todo es gaseoso,

no sé si lo recuerdo

o, simplemente, es

una fabulación de la memoria,

mariposas traslúcidas,

pura indefinición,

flotando sobre el aire.


Y haciéndome volver

hasta la edad dorada en la que aún

me imaginaba libre.


*****


Sé que era

un tiempo en que la vida transcurría

de espalda a los relojes

y en que resultaba muy sencillo

deslizarse despacio

sobre la superficie de las cosas

e integrarse y sentir

el latido del mundo.


Y también, piel a piel,

el latido del otro.


Sobraban las palabras

porque había otro idioma,

el del amor,

que existe

para gritarse desde cualquier gesto.


Y había otros paisajes

los que nacen a golpe de ilusión

y se empeñan

en inventar los ojos.


*****


Quién pudiera otra vez

tumbarse, como entonces, sobre el césped

y olvidarse de todo

absorto,

contemplando

el trasiego incesante

en que ocupan su tiempo las hormigas.


Y esperando la lluvia,

algún diluvio

que te ayude a fundir

tu ser, agotamiento y polvo, con el barro.


Pero no te te entusiasmes,

no está contemplado en tu adeene

el lujo de rendirte.


******


Siempre hay un futuro,

reclamando

que hipoteques tu fe

y pagues con sudores y sollozos.


Incluso, si la suerte te acompaña,

a veces trae días que discurren

bajo un celaje libre de tormentas.


Instalados

de nuevo en ese piélago

de calma y placidez,

pudiera ser que apenas ya si aflija

vivir y conocerse prescindible

materia obsolescente.


Si mirando a lo lejos se vislumbra,

esperando pacientes por nosotros,

un hoyo

y unas cuantas

hambrientas y expectantes semillas de artemisas.


Y hasta sueñes

que no habrán de servir tus versos ni tus flores

de alimento a los cuervos.