Miro
mis pies.
Sonrío.
No son
precisamente los pies de Cenicienta...
Pero da
igual,
tampoco
existe
ningún príncipe,
ni
recuerdo si tuve algún hada madrina.
Ni
fabrican zapatos de cristal
de la
talla cuarenta
Miro
mis pies ,
me
sirven
para lo
justo,
andan
por
caminos sin norte ,
al
ritmo de la inercia y dejan tras de sí
un
rastro florecido de pasión por la vida,
vertiéndose
en palabras,
huellas
sanguinolentas
que se
saben delebles.
Así es
mejor ,
la
lluvia
llegará
a diluirlas.
¿
Quién precisa perderse
persiguiendo
el aroma de un puñado de versos ?
Cosechando
cansancios
tras
los pasos de nadie.