sábado, 7 de diciembre de 2019

Diálogos imposibles




Hay quien dice que habla con los muertos...

Puede ser...,
en el aire
a veces flotan ecos
que parecen que llegan desde lejanos mundos,
rumores que nos cercan susurrantes ,
tal como si quisieran
dialogar con nosotros , despertando
fantasmales recuerdos.

Yo hay días que también
los escucho,
expectante,
tratando ávidamente
de atrapar su secreto
y hasta llego a sentir que vuelven hasta mí,
fundidas a la dermis oscura del silencio,
como un ruido de fondo
que acaricia mi oído y serena mi espíritu,
las añoradas voces de aquellos
que un día me dejaron,
pero sé
que no es algo real,
son alucinaciones que complacen
mis íntimos deseos.

Quizás otros que tengan
más pericia o más suerte lo consigan,
en un raro milagro-
por el que, lo confieso,
vendería con gusto mi corazón al diablo-
del que hoy no doy fe,
pero tampoco niego...

Hay quien jura y perjura
que habla con los muertos
puede ser...

Lo difícil
el hablar con los vivos.

Lo imposible ,
a menudo,
entenderse con ellos.

Sin más lucubraciones




Para qué  preocuparse pensando  en el  mañana,
si puede que no haya otra aurora que llegue
a despertarte alegre y para ti despliegue
su claridad temprana.

Ya de sobra sabemos que no hay quien se sosiegue,
cuando tras cada esquina acecha una inhumana
caricia de la vida para tu piel, que emana
temor por cada pliegue.

Nadie tiene seguro
el instante siguiente , ni se  imagina cuánto
le reserva el destino de dicha o de quebranto.

Exprimamos lo puro
que aún le queda al aire , sin más lucubraciones
que la paz arrebaten a nuestros corazones.





viernes, 6 de diciembre de 2019

Hasta que la muerte nos separe



Es tan revelador
este echarte de menos...

Siempre has estado ahí,
acompañándome
a mí ,
la más impar y sola
entre los solitarios.

Hoy lo sé,
tú has sido
la auténtica verdad
palmaria de mi vida.

Solo cuando me faltas,
dolor,
entiendo que hay motivo
para aspirar el aire,
para imitar al pájaro,
para sentir el mágico nirvana
de la felicidad

Pero al cabo regresas,
fiel a tu cometido
de ser temor implícito o presencia que imprime
su ritmo a mis sonrisas o quebrantos.

Es un hierro candente la certeza
de que nunca 
habrás de abandonarme.

De que has sido y serás,
tal como lo dispuso
 el cielo en su   sentencia inapelable y cruel,
mi feroz  camarada ,
la sombra  amenazante
que no me negará e  irá  conmigo,
hasta que un día llegue
 la muerte a separarnos.



La cadencia perfecta




Lo siento, hoy no me inspira la musicología
preciosista, aspirante a lo imperecedero,
de esa que se obtiene tallando con esmero
la palabra vacía.

¿De qué me serviría
gastar treinta segundos buscando en el tintero
los melismas que aúpen mi nombre al candelero
cuando ya no me queda ni media avemaría?

Ahora lo que urge
es disfrutar absorta la cadencia que surge
desde la sangre adentro y te endulza el latido.

La que te va evocando
los rostros familiares de los que has ido amando,
cuyas sonrisas dieron a tu vida un sentido.