Lo
siento, hoy no me inspira la musicología
preciosista,
aspirante a lo imperecedero,
de esa
que se obtiene tallando con esmero
la
palabra vacía.
¿De
qué me serviría
gastar
treinta segundos buscando en el tintero
los
melismas que aúpen mi nombre al candelero
cuando
ya no me queda ni media avemaría?
Ahora
lo que urge
es
disfrutar absorta la cadencia que surge
desde
la sangre adentro y te endulza el latido.
La que
te va evocando
los
rostros familiares de los que has ido amando,
cuyas
sonrisas dieron a tu vida un sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario