viernes, 6 de noviembre de 2020

Luz de mi alegría


Quisiera hacer, masando entre mis manos

polvo de estrella y pétalos de flores,

un bálsamo que ungiendo tus dolores

te los volviese mansos y livianos.


Y lograr que olvidases sinsabores,

aun a costa de esfuerzos sobrehumanos,

imitando al cantar los trinos vanos

suaves y hermosos de los ruiseñores.


El arcoiris más resplandeciente

para pintar tu vida de belleza

al mismo cielo yo le robaría.


No hay ninguna proeza que no intente

si con ello disipo tu tristeza,

que tu sonrisa es luz de mi alegría.

Lo irremplazable


 

Quédate tú las perlas que atesora

la corona, que mueve a los honores,

que yo prefiero aquellas que la aurora

deposita en el cáliz de las flores.



Aunque llego a sentir que me enamora

la sugestiva voz de los tenores ,

en mi vida la banda más sonora

la pone el canto de los ruiseñores.



Y no es que reniegue de los brillos

o que aborrezca el lujo y la riqueza

que nos hacen la horas más amables



Pero elijo los goces más sencillos

que nos regala la naturaleza

y el corazón presiente irremplazables



Sueños azules



¿Quién no fue alguna vez

un proyecto de pajaro?



¿Quién no trajo de serie

unas alas inquietas,

una avidez sin límites por conquistar las nubes,

por exprimirle a un cielo sorprendido

su colección inédita de añiles ?



Tener tan pocos años

y tanto fuego dentro

predispone a pensar ingenuamente

que se tiene la fuerza necesaria

para alcanzar tus sueños, sin perder

alguna que otra pluma en el intento.



Luego el tiempo se afana

en ir atemperando los impulsos

a base de inclementes vendavales.



Después de tomar tierra, toca hacer

un recuento de daños.



Más que nada

perturba la conciencia de saber

las múltiples miserias que conlleva

el ser sobreviviente .



Y aun así abrazarte a su rutina

de días grises,

de noches incoloras , sin una mala estrella

que llevarte a los ojos,

que te haga recordar que alguna vez tuviste

ilusiones celestes.



Hoy solamente quiero

vivir sin que me duela demasiado.



Y morirme sin darme apenas cuenta,

al despuntar de alguna madrugada,

silenciosa y tranquila,

mientras sueño

que estoy mirando al mar y que me arrullan

con su canción azul las caracolas.

Santa Virtud (Blade Runner)


 

Día a día la vida se desnuda

ante nuestra mirada y nos obsequia

con cualquier nadería novedosa,

con cualquier estupor inesperado

que intriga ,

o maravilla

o desconcierta.


También yo he visto cosas

que jamás creerías...


He visto el esplendor de los almendros

estallando en los valles

mientras entre sus ramas las arañas

devoran a sus presas,

he visto el encarnado danzar de las corolas

anunciando el estío en los trigales

mientras van despertando

de su largo letargo las culebras


He visto la inocencia de la nieve

irse volviendo barro,

y, más que nada he visto

como caen las hojas más altas , condenadas

a transformarse en humus bajo la tierra.


Y en cualquier estación

he visto entre indignada e impotente

como lloran los niños,

como las madres tiemblan

mientras los hombres rabian y maldicen

y utilizan con toda iniquidad

la razón de la fuerza...


Somos lo que miramos

los posos de las dichas y las sombras

que sobre la retina nos va depositando

despacio la existencia.


Y dime, ¿ Tú que ves

si es que acaso tropiezan tus ojos con los míos?


Sospecho que ya son

dos húmedos destellos que se ahogan

en honduras lacustres de tristezas.


Por eso no me extraña

que haya quien rehuya mi pupila,

temeroso

que pueda transformarlo yo en espuma

si no me vuelve piedra.


Mejor cierro los ojos,no deseo

mirar lo que me queda

por ver ,

se me atragantan

tantas depredaciones


Todo es ferocidad ,

todo es pasión y furia;

en pálpito sangrante

se envuelve -y en envidia-

la belleza


También yo he visto cosas

que nadie debería haber visto jamás...



Reniego de mis ojos,

al no poder vivir si me arrancase

de cuajo en corazón,

tal y como me pide, cansado ya de ser

sangrante herida abierta.


Y no me llaméis loca si me abrazo

a la santa virtud de la ceguera.




Cosecha


Será porque no soy

en nada diferente a los almendros.


¿De qué sirve negar

tres veces o tres mil la primavera?


Qué podemos hacer , sino apostarnos,

en un gesto suicida, la poca fe que aguanta

a que habrán de cuajar todas las flores,

que este será un año sin heladas tardías.


Aunque ello nos cueste

pagarle su tributo a la ceguera.


Los ojos ya no sirven

para mirar y ver,

sino para lograr maravillarnos.


Qué más da esta cosecha

de silencios de escarcha y pétalos marchitos.


Únicamente puedo bendecirla

por haberme dejado vivir esperanzada

sus anticipaciones.


Ahora poco importa

 que me abrase los labios día y noche

el áspero amargor de las ausencias. 





jueves, 5 de noviembre de 2020

Placebos del ardor (Sol de Otoño)


 

Cómo acaricia el Sol

que nos regala generosamente

la mañana Otoño.


Lo agradecen los huesos doloridos

y la piel lo celebra


Lo mismo que una gata perezosa,

adoro abandonarme 

a la tibieza afable que me envuelve

y me recuerda con su suave unción

la hospitalidad de una sonrisa

y el tacto de unas manos.


Cuando el día se acorta,

se hace mucho más imprescindible

saber aprovechar estos mínimos dones

que edulcoran la vida.


Hay que exprimir sus zumos

dorados mientras duren.


Y elaborar con ellos recuerdos anisados

que calienten por dentro .


Placebos del ardor que reconforten

los desfallecimientos del espíritu,

cuando no quede ya ni un mísero rescoldo

de ilusión y esperanza que lo animen

y se vaya apagando

lentamente su lumbre.


Las noches del Invierno que se acerca

por lo común son frías .


Y muy largas.