¿Quién
no fue alguna vez
un proyecto de pajaro?
¿Quién no trajo de serie
unas alas inquietas,
una avidez sin límites por conquistar las nubes,
por exprimirle a un cielo sorprendido
su colección inédita de añiles ?
Tener tan pocos años
y tanto fuego dentro
predispone a pensar ingenuamente
que se tiene la fuerza necesaria
para alcanzar tus sueños, sin perder
alguna que otra pluma en el intento.
Luego el tiempo se afana
en ir atemperando los impulsos
a base de inclementes vendavales.
Después de tomar tierra, toca hacer
un recuento de daños.
Más que nada
perturba la conciencia de saber
las múltiples miserias que conlleva
el ser sobreviviente .
Y aun así abrazarte a su rutina
de días grises,
de noches incoloras , sin una mala estrella
que llevarte a los ojos,
que te haga recordar que alguna vez tuviste
ilusiones celestes.
Hoy solamente quiero
vivir sin que me duela demasiado.
Y morirme sin darme apenas cuenta,
al despuntar de alguna madrugada,
silenciosa y tranquila,
mientras sueño
que estoy mirando al mar y que me arrullan
con su canción azul las caracolas.
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