Sobre el aire ha quedado suspendida
una palabra,
aquella
capaz de convocar la luz del mediodía
al envolverme con su veladura
de raso,
aquella
que jamás en mi oído
resonará de nuevo,
Nunca lo hubiese dicho,
la orfandad
es este no escuchar como te llaman
con amor
por tu nombre,
mientras sientes que nunca
habrá de ser igual ninguna melodía.
Que estarán para siempre
más cargados de acíbar esas horas
eternas en que reinan los silencios.