martes, 30 de junio de 2020

Pensando en ti




Estoy pensando en ti y todavía
siento que se humedece mi mirada
y cómo me estremezco , emocionada,
cuando contemplo tu fotografía.

Aquella devoción tan entregada
con la que mi cariño te envolvía
no ha podido apagar la lejanía
ni por el tiempo ha sido  doblegada.

No se elige este amor y aunque me hiera
su ausencia sin razón profundamente,
empeñada en remar contra corriente,
yo te voy a querer la vida entera .

Y más aún , después de que me muera
voy a seguirte amando eternamente.


Ceguera




Cuando al espejo
me miro más atenta,
menos me veo.

Es que ,discreto,
se niega revelarme
lo que más temo.

Solo un destello
de mi verdad descubro .
Duele lo auténtico.

Se vuelven ciegos
los ojos con el paso
fatal del tiempo.




Grabado a miedo y llanto (Memoria colectiva)





El día de mañana volveremos
a nuestros viejos usos cotidianos,
con despreocupación nos lanzaremos
a ocupar los espacios ciudadanos,

Seguramente ya no temeremos
el caminar uniendo nuestras manos
y acaso hasta es posible que olvidemos
estos días de esfuerzos sobrehumanos .

Pero quiero creer que algún vestigio
quedará en la memoria colectiva
grabado a miedo y llanto en la profundo.

Que obre en nuestra especie aquel prodigio
de ver con una nueva perspectiva
la manera de estar en este mundo.







Letargia






Las horas pasan lentas.
Pasan lentos los días .

Se dilatan también las estaciones,
hasta que ya no sabes dónde acaba
el invierno ,
cuando tu piel no siente
esa revolución esplendorosa
del febril sarpullido de las flores .

Mi vida es un paisaje
de tiempo detenido
en el que nada fluye,
donde cualquier instante se condensa
hasta volverse un sólido pesar que me avasalla
y me hace suspirar imaginando
cómo será dejarse llevar por el impulso
ligero de la brisa,
hasta un lugar cuya liturgia sea
insustancial y atávica.

Esa que obliga al aire
a que se entregue al cambio por el cambio
y a celebrar la vida.

Pero los sueños tienen
las alas quebradizas y yo ya no recuerdo
en qué aterrizaje de emergencia
traspapelé las mías.

Solo soy un montón apretujado
de friolentas plumas,
que le sirven
de nido a la esperanza.

Quién conoce
los designios ocultos del destino...

Quién sabe
si todavía queda para ella
algún amanecer azul celeste,
donde un rayo de Sol voluntarioso
la venga a rescatar de su devastadora
e inmemorial letargia.