Todos
tenemos la vocación de ser,
-de
tormenta en tormenta,
lloro
porque me toca-
seres
casi felices .
No hay
quien ande esperando
que
la vida le traiga un aluvión de truenos
para
acallar ese rumor confuso
con que
le hablan sus dudas
y sus
miedos le gritan.
Hay
quien cierra los ojos
o usa
lentes oscuras , cuando en horizonte
son
cárdenas las nubes.
Hay
quien sube el volumen del hijo musical
y
danza sin para como un maldito
abrazando
con gusto su ignorancia supina.
Y hay
quien se declara
ciego y
sordo desde su nacimiento.
¿ No
habrá un hombre prudente
y
amante de lo bello , de lo fértil ,
lo
humilde y lo valioso que conforman su mundo
que
construya su arca ?
Cuando
no hay ni siquiera
quien
se compre un paraguas, hay razones de sobra
para
hacernos los muertos.
Porque
tarde o temprano
nos
alcanza el destino,
los
relámpagos siembran de destellos la noche.
y está
sobre nosotros
la
tempestad perfecta,
Sabe
Dios
qué
suerte de diluvios airados nos aguardan.
Y aún
dicen los ilusos
que muy
seguramente , cuando escampe la lluvia .
vistosos
arcoiris
se
verán en el cielo en señal de esperanza.