un juego de té chino,
una caja de música sin cuerda,
una boa de plumas, seis postales
que nunca se mandaron
un candelabro de cristal de roca...
...un abanico, que apenas si se acuerda
de su lenguaje críptico,
cuatro naipes marcados
un puñal,
que conserva todavía
el olor de la sangre y la ambición
por sentir otra vez su tacto tibio,
una faja ortopédica...
Todo junto y revuelto
metido en una caja de embalaje
sin que a nadie jamás
se le haya ocurrido tomarse la molestia
de etiquetarlo:
" FRÁGIL".
Peripecias ,
las justas,
hasta llegar a hacer este abundante acopio
de prudencia, saber y cicatrices...
Lo normal en un viaje sin cuaderno de ruta
y escaleras abajo.
Ya hasta la luz me duele.
Llega,
quizás para salvarme,
y al lamer mis heridas me descubre,
un universo lúdico, feliz, caleidoscópico,
mil mágicos encajes de alegre colorido,
tejidos con candor recalcitrante
Todo es cuestión de fe
y de temeridad.
De cerrar bien los ojos
y arriesgándose
a quedar a merced de la sorpresa
mirar dentro.