Debe
ser que no está en nuestro adene...
no
se puede decir que nadie sea
experto
en despedidas
Será
porque nos duele demasiado
tener
que renunciar
a
todos los apegos
y
elegimos
abrazar
la ignorancia,
Cuántas
veces veces
nos
hemos despedido sin saberlo...
Esa
última vez
que
pisaremos con los pies descalzos
sobre
la arena húmeda,
que
oleremos el mar,
que
sentiremos
como la
sal inunda nuestros poros
y una
esperanza hecha
de
espuma inconsistente
desborda
el corazón.
Esa
última noche
que
veremos la Luna junto a alguien
que nos
es fatalmente imprescindible,
esa
última herida que consiente
el alma
encallecida
que le
cause una ausencia...
Y luego
esta este absurdo
e
interminable adiós.
Apenas
tiene nada
el
mundo que ofrecernos,
poco
más que otro sorbo,
algo
escaso de aire,
y , sin
embargo,
alargamos
el rito hasta un punto imposible
que lo
hace patético.
No se
puede decir que yo haya sido
experta
en despedidas,
pero
espero aprender a descubrir
cuándo
debo callar prudentemente.
Que mi
existencia llega a su cuarto menguante
y
alejarme sin ruido.
Sabiendo
que la vida y su tragicomedia
seguirán adelante, con gesto indiferente,
a vueltas con su farsa,
ensoñación
de belleza y delirio.
A pesar de que caiga
para mí
el telón.
Definitivamente.