No nací mineral y desconfío
de que mi carne aguante otra embestida
de la existencia, a golpe y cortafrío,
por mucho que la tenga encallecida
Si al menos me quedase detenida,
piedra incrustada en piedra, sin que el río
turbulento y voluble de la vida
me siguiese arrastrando a su albedrío...
Pero me toca ser ese rodado
canto fluvial, sufriendo el pulimento
que le brinda cantando la corriente.
Vigor que acabará domesticado,
convertido en guijarro somnoliento
brillando bajo el agua transparente.
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