martes, 7 de junio de 2022

Cordón umbilical


 

Ha sido todo siempre

un irse acomodando.


Apurar los minúsculos

resquicios de la vida

por los que se colaban a tus espacios íntimos

esos rayos de Sol

capaces de animarla

y aprovechar las largas tardes de lluvia y tedio

para tejer saudades.


Ahora lo que toca

es adaptarse a la necesidad

de gestionar lo escaso,

a aceptarte viviendo con los ojos escépticos

y la piel agostada

mientras dentro de ti,

a tu pesar,

cultivas la narcótica semilla

del desapego.


Es fácil,

se trata solamente

de entrecerrar los párpados

y borrar los paisajes,

ideas, sensaciones y recuerdos

que anidan en su envés

como quien funde en negro el fotograma

final de una película...


Solo queda esa hilacha,

tenaz,

que constituye

una especie de insólita atadura,

como un cordón umbilical inverso.


Con qué fuerza me une

a la luz...


Cómo cuesta

cortar esta invisible, sedosa y acerada

hebra fundamental de los afectos.



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