Mi
pobre corazón,llega otro día
en que
ver como llama a tu ventana
una
pálida luz , que aunque se afana
no
muestra ningún rastro de alegría.
Pero
aún así, procuras todavía
no
dejarte ganar por la desgana,
que tu
latir recuerde su lejana
querencia
a la belleza y la armonía.
Debe
ser que no tienes más remedio,
que
toca sacar fuerza de flaquezas
disimulando
el paso renqueante.
Hay que
huir como sea del asedio
de
tantos desengaños y tristezas
llevando
la sonrisa por delante.