viernes, 23 de abril de 2021

Eterno regreso


 

Primero lo anunció sobre los cielos

el blanco aletear de las cigüeñas


Y ahora, apostando a que estaría

aún en pie la casa,

contra todo pronóstico,

han regresado...,

han vuelto

al alero otra vez las golondrinas.


Los cerezos revientan

de flores sonrosadas

y en el rosal ya apuntan

pequeños brotes verdes.


Ajena a todo aquello que no sea

el seguir ciegamente sus impulsos

es la vida,

pujante,

la que vuelve.


Habrá que recibirla

con todos los honores,

celebrando los dones impagables,

que después de amargarnos con sinsabores múltiples ,

inesperadamente nos entrega.


Y esperar …


Esperar,

expectantes,

con el alma encendida y el corazón abierto,

por si suena la flauta...


Por si ocurre el milagro

y la ilusión regresa.



jueves, 22 de abril de 2021

Bouquet

Dime

si tú también percibes que hay un cosquilleo

que inocula a destajo la pujanza en tu sangre

y sin piedad despìerta

a tu piel del letargo .


Cierra los ojos,

dime.¿a qué te huele

este aire de Abril?


Es algo más

que ese perfume fresco a romero y lavanda

cordial y previsible


Es un aroma casi iridiscente,

con un buoquet que evoca incandescencias

de besos afrutados

y un revuelo de espléndidas sonrisas ,

capaz de encandilar nuestros sentidos

y hacernos olvidar lo que nos duele.


No nos queda otra opción que respirarlo

con toda la fruición de los que saben

lo fugaz que será la primavera.


Apurar hasta el fondo este deleite

mientras quede un adarme de candor

que apostar por el triunfo de lo cálido.


Que luego ya habrá tiempo

de seguir respirando por costumbre

lo inodoro y lo insípido.


Sorpresas de la luz



La noche nunca ha sido mi enemiga.


Siempre he sabido hallar entre sus sombras

un lugar confortable y escondido

en donde reponerme

de mis días cansados,

en el que refugiarme de mi miedos

y de mis soledades.


Pero hay veces

en que el que el débil destello de Luna que se cuela

por entre las rendijas que deja la persiana

es todo un hervidero de presagios

y sientes que mañana llegará

doblemente cargado

con mayores fatigas.


Toca cerrar los ojos

para dejar de ver la oscuridad.


Y ponerse a cantar en voz muy baja

hermosas nanas tristes

para ver si se duerme de una vez

la caterva de sueños desvelados

que nos rebulle dentro.


Hay que olvidar que fuimos y no somos

e ir dejando atrás cualquier negrura

que no nos deje ser lo que podríamos.


Todo consiste en eso,

en ir reinventándose.


Vivir.


Sobrevivir

a costa de forzar el gran milagro

de ir desengañandose

y al tiempo conservar intacta la emoción.


Dispuesta a degustar intensamente

cada nueva sorpresa,

buena o mala ,

que al renacer la luz nos encontremos.


martes, 20 de abril de 2021

El peso de la arcilla


 

Contemplo esa vasija

que descansa tranquila en su anaquel,

desconociendo

cualquier vicisitud,

ajena al modo

en que lo vivo se estremece y vibra.


Ella y yo compartimos

el conocer a fondo la sustancia del barro,

pero a ella le basta

con ser una oquedad en la que el aire

se ensancha a su placer

y permitirse el lujo

de dejar que conquisten la noche sus suspiros

convertidos en música,

mientras en mí se vuelve

una ardiente tortura,

un afán para el pecho que soporta

ya demasiados siglos de acopiar

congojas en silencio.


Callar se ha convertido

en el modo de ser de lo que teme

desvelar los secretos que atesora

y carcomen su entraña.


Porque yo sé

que desventrarse a gritos

o exprimir el lagar de la alegría

imitando a los pájaros,

no agota el manantial de las penurias

que te rubrica humano .


Solo ahonda la herida.


Es devolver al polvo

un puñado de huesos doloridos

lo único que amansa los desvelos

del alma desterrada.


Y la libera

del peso y los pesares de la arcilla.


Letanía de ausencias

 




Después de tanto años

de vivir capeando la intemperie

de un cielo raso lúcido e impío,

casi que se agradece esta ligera bruma

que llega a socorrernos.


Bajo su manto, todo

se va desdibujando

y la memoria acaba transformándose

en ese inmenso océano,

insondable y silente,

que esconde en sus entrañas

Dios sabe qué tesoros,

cuántos viejos cadáveres.


Y de repente ocurre,

se separan

las aguas de los mares del olvido

y ante nosotros toman consistencia

las tardes de la infancia,

decoradas

con canciones de corro y olores entrañables

a mosto y a sarmientos.


La noches de verano, amenizadas

por dondiegos fragantes,

en las que aún podías sin pudor permitirte

la pueril fantasía

de buscar por el cielo las fugaces estrellas

que conceden deseos.


Las mañanas de invierno, sazonadas

de olor a chocolate con canela

y de risas y abrazos,

que, a pesar de la escarcha en los cristales,

no fueron nunca frías.


Ahora es primavera y sin embargo

la tibieza que hay en el ambiente

no traspasa la carne

ni le presta calor a un corazón,

que late porque debe

seguir fiel,

recitando

su ritual de cansadas letanías

que honra a sus ausencias.


Menos mal

que luz luz se nos niega y vuelven a envolvernos

con prontitud los velos de neblina.


Bendito este estupor caliginoso,

gracia que nos permite

que vivamos seguros,

tan ajenos

a la infelicidad que nos produce

tener que recordar.


Reconocernos

estos seres tan tristes que malviven

irremediablemente heridos de nostalgia.


Alejados de  aquellos que en  tiempos luminosos 

tan tiernamente amamos.


Misterios gozosos


 

Eres tú

y la luz delicuescente

que te obsequia la tarde al despedirse.


Y esa nota tan prístina,

incrustada

dulcemente en los pálpitos del aire.


Eres tú

y esa lágrima,

aguasal y tibieza,

que resbala despacio por tu rostro

al sentir el prodigio de armonía

resonado en tu mente

mientras crece el olvido bienhechor,que sosiega

las angustias del alma.


Eres tú ,

descubriendo

esa gota de néctar escondida

que guarda la existencia

para justificarse.


Celebrando en silencio que también

sean el patrimonio del ruin y el olvidado

los misterios gozosos de la vida.