Eres tú
y la luz delicuescente
que te obsequia la tarde al despedirse.
Y esa nota tan prístina,
incrustada
dulcemente en los pálpitos del aire.
Eres tú
y esa lágrima,
aguasal y tibieza,
que resbala despacio por tu rostro
al sentir el prodigio de armonía
resonado en tu mente
mientras crece el olvido bienhechor,que sosiega
las angustias del alma.
Eres tú ,
descubriendo
esa gota de néctar escondida
que guarda la existencia
para justificarse.
Celebrando en silencio que también
sean el patrimonio del ruin y el olvidado
los misterios gozosos de la vida.
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