Probablemente un día
en mitad de la fiesta, unos buenos amigos
te estimularon:
“ Bebe
como si nunca hubiera otro mañana”
Hoy yo te digo más:
Baila
como si nunca hubiera otro mañana.
Ríe
como si nunca hubiera otro mañana.
Canta
como si nunca hubiera otro mañana.
Sueña
como si nunca hubiera otro mañana.
Ama
como si nunca hubiera otro mañana.
Vive
como si nunca hubiera otro mañana
Porque lo que es seguro
es que llegará un día, tan común como tantos,
en que amanecerá
y, aunque tú no lo veas,
será el cielo un enjambre de presagios feroces.
Y no habrá para ti
jamás otro mañana.