Me siento palpitar.
Soy barro vivo,
henchido hasta el dolor de zumos afrutados ,
de néctares agraces, de texturas
y ácidos sabores minerales
acopiados con mimo por los años,
Un delirio vital hecho temblor
que quiere desnudarse.
Y ofrecerse sin duelo al sacrificio
del pedernal feroz de la palabra.
Yo solo sé decir lo que me muele
hasta volverme polvo sensitivo.
Lo que me entrega sin reserva al aire
Lo que me arrasa.
Luego mi voz se oirá,
será el suspiro tibio
que exhala con placer la arcilla húmeda
después de que ha pasado la tormenta.