Estábamos
sentados frente a frente.
Vibraba cada átomo del aire
ante la intensidad con que el silencio
gritaba que sobraban las palabras.
Sabíamos los dos
que se acercaba un tiempo decisivo
en donde la aflicción sería insoslayable
y no nos atrevíamos apenas a mirarnos
por no ver reflejado en el mirar del otro
el propio desconsuelo.
A veces dura
toda una eternidad un solo instante.
Ese en que compartimos con los ojos
la aflicción de sabernos
dueños de la verdad que debe ser callada.
Y en el que descubrí en fondo de los tuyos
toda la humanidad ,
todo el amor,
toda la dimensión de la belleza,
todo el inmenso
sosiego que conlleva vivir la aceptación .
Destellos de luz pura dibujando
un vívido retrato acendrado de tí .
El más preciado don
y el angor más sangrante que guardo en mi memoria
de tu inmortal recuerdo.
de tu inmortal recuerdo.