Corre fuego en mi sangre y vuelve urgente
que mi piel se convierta en la turgente
imagen de pasión y vehemencia.
Y a la vez soy la pura quintaesencia
y sobria exaltación de lo prudente,
sello sobre mis labios , incongruente
llave que cierra mi circunferencia.
Como la carne es débil, los oídos
me tapio y no escucho lo que pide
gritando el corazón arrebatado
Los viejos desamores conocidos
consiguen que el espíritu no olvide
lo mucho que salió ya escarmentado.
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