Hay almas que ya traen incrustada
en la frente al nacer su buena estrella
y otras vienen tatuadas con la huella
de una apática luz difuminada.
Pero no hay vida más desangelada
y falta de razón que la de aquella
que cada noche solo se querella
contra la soledad de su almohada.
Creados para estar en compañía,
no podemos rehuirla por no hacernos
la existencia un rosario de disgustos.
Nos toca convivir, en la utopía
de que no habitarán nuestros infiernos.
más lágrimas ni duelos que los justos.
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