Lo primero fue el ser,
maravillado,
de ser , así , sin más, sin merecerlo,
sin llegar a creer que nunca hubiese
tanta buenaventura en algún sino.
Luego llegó el momento de temor ,
de duda , de tener soportar
la náusea de aceptarlo
Después fue dedicarse a agradecerlo,
a disfrutar el don y a darse el lujo
de ir dilapidándolo ,
sembrando de palabras encendidas
los perfiles del aire.
Y al fin, cuando vehemente,
tu espíritu se inflama
y hasta casi levita, creyéndose inefable,
un soplo de la vida te sacude
y te arranca la venda de los ojos.
Te muestrala ruindad
de tu naturaleza ,
y asumes que no hay nada
que sea logro tuyo,
que algún día tendrás que devolver
este aliento prestado ,
que te anima
a explorar las regiones imposibles
del verbo y sus misterios.
Y que por fuerza habrás de ensimismarte
en tratar de exprimir sus esencias
hasta aquel mismo instante en que tu pecho
deja escapar un último suspiro.
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