Si me
quieres, es mejor,
amor
mío, que no vayas
pregonando
a viva voz
noche y
día que me amas.
Si me
quieres, quiéreme
con la
boquita cerrada
no se
escape por ahí
lo que
guardar debe el alma.
Si me
quieres, déjame,
frescas,
cada madrugada,
caricias
sobre mi piel
e
ilusión en mi almohada.
Traéme
cada domingo
el
desayuno a la cama
y, a
besos, despiérteme
como a
tu niña mimada.
Si me
quieres muéstrame
tu
hombría, con la gallarda
devoción
con que me cuidas
me
respetas y me tratas.
Y
llévame de tu brazo
por las
calles y las plazas
como el
que orgulloso luce
un
clavel en su solapa.
Quiereme
siempre tan libre
como
esa paloma blanca
que en
tu pecho hará su nido
si tú
arrullando la llamas.
Y en
las noches de satén
y Luna
desmesurada
ámame
con la ternura
y la
pasión desbocadas
Como a
virgen milagrera
que en
procesiones se saca
trátame
a ratos, y otros
como a
hembra enamorada.
Yo
puedo ser ambas cosas
y
muchas más si hace falta,
hasta
aspiro a ser tu reina
y nunca
seré tu esclava.
Si me
quieres, cállate,
las
fuerzas, siempre algo escasas,
no
vayas a malgastar
por
decir cositas vanas.
Cuidame
como al rosal
que
sobre tu tierra plantas
y para
que te dé flor
le
ofreces cariño y agua.
Si me
quieres es mejor,
mi
bien, que no digas nada,
porque
el amor se demuestra
de obra
y no de palabra.