lunes, 4 de septiembre de 2017

Tarde tórrida


En esta tarde tórrida de estío
no hay loco que se atreva
a fabular que ocurra algún milagro .

Por suerte los portentos no tienen la costumbre
de andarse pregonando ni de pedir permiso.

Nievan,
en la vasta aridez de mi estepa de Agosto
enjambres de vilanos,
danzan
como ligeras plumas color del arco iris
que son clara evidencia de que existen
los ángeles caídos.

Teniendo compasión de sus calimas
suenan
un coro de violines que convocan la lluvia;
recuerdan vagamente la voz de las cigarras,
los conjuros sagrados de las musas,
el canto de esperanza de la hierba
cuando crece callada
bajo tus pies ,
el ritmo
de tu desfallecido corazón.

La sed se ha apoderado del paisaje.

Todo en el mundo sueña entre suspiros
con aquella estación fría y austera
en que de la humedad nadie hizo aprecio.








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