Digo
Septiembre y pienso en los colores,
ocres
dorados, fascinantes rojos,
que el
campo le regala a nuestros ojos
cansados
y los vuelve soñadores.
Crepúsculos
de suaves resplandores
pide la
piel y no finge sonrojos.
Antes
de sepultarse en sus abrojos
reclama
sus postreros esplendores.
Hay un
olor a mosto , a incensario,
a
oscuras devociones , a embriagueces
rituales
en un culto a lo incendiario.
Que
orgiástica la vida se empecina
del
cáliz apurarse hasta las heces
antes
de que el helor se haga rutina.
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