Que no
se nos desplome sobre nuestras cabezas
este
cielo plomizo, desbordado
por
quejas y lamentos ,que bien poco le incumben.
Que
continúe el Sol
regalando
a diario su ración de optimismo.
Que se
esmeren los chopos
en
tejer su cobijo de sombra protectora
por si
acaso se excede .
Que sus
ramas consigan hacer más melancólica
la
esencia de la música.
Que la
escuche el oído.
Que se
avenga
a
latir a su ritmo vital el corazón.
Como
habas contadas,
son
pocos los prodigios que nos brinda la vida
y
muchos los pesares que todos, de quererlo,
podríamos
contar.
El
único milagro
es esta
resiliencia que tiene la sonrisa.
Ese
fulgor que ahuyenta con su porfía el cerco
asfixiante
y taimado de la desesperanza.
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