Volando
como pájaros que huyen
de una
estación de sombras anunciada
escapan
los veranos,sin que nadie
sepa
bien hacia dónde .
Acaso
hacia un lugar imaginario
de
hogueras que iluminan equinoccios perennes.
Sentada
en mi rincón, climatizado
a
fuerza de acopiar indiferencia,
envuelta
en soledad ,
contemplo
como crecen , para luego
ir
menguando los días.
Y callo
lo que sé.
Que
toda huida tiene
su
horizonte acotado.
Que las
alas , exhaustas de surcar los vacíos,
finalmente
se quiebran
y el
corazón acaba por rendirse.
Que
algún dios aburrido y desalmado,
mezclando
un adeene sin fisuras
con su
aliento glacial,
dio
forma a su capricho más perverso.
Para
evidenciar eternamente
que la
piedad no existe
y que
para ser nuestra mortaja
con su
aliento glacial dio forma al frío.
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