Procuro
cultivar ,
ahorrando
en aspavientos,
la
virtud capital de la templanza.
Comer
lo justo,
no
dormir demasiado
y
no soñar despierta.
No
esperar en exceso
No
sufrir más allá de lo preciso,
ni
mucho más de lo que puede un alma.
Y
me esfuerzo a la vez
por
no volverme piedra.
Conmoverme
hasta el llanto
con
un niño que llora,
reír
cuando la brisa
me
acaricia el oído,
temblar
cuando la hoja
se
estremece y tirita en la rama desnuda,
cantar
si trina un pájaro.
Lo
difícil resulta
lograr
el equilibrio
Seguir
aquí ,de pie
y
disfrutando
del
susurro discreto del rio de la vida.
Fingiendo
que no hay nada que consiga turbarte ,
que
te olvidas incluso
de
que la vida pasa.
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