Un
resquicio de luz
y una
guarida
en que
sentirme a salvo y recrearme
en la
delectación de contemplarla.
Eso es
cuanto le pido a la existencia.
Y dejar
de tener la obligación
de
caminar en círculos,
persiguiendo
espejismos , de los que ya me sé
los
trucos del atrezzo.
Detenerme
a gozar de la tibieza
y la
serenidad.
Volver
a percibir
como
se despereza sangre a dentro
la
música durmiente,
esa
que al corazón le tararea
la
antigua melodía que hace rebroten
marchitas
esperanzas.
Solo
pido a la vida
un
resquicio de luz...
El que unos ojos
me
miren con calor...
Y que
se vuelvan
los
míos , por contagio, más alegres
e
incluso compasivos.
Dejar
de ver tan gris ,
tan
alienante
el día
que comienza.
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