domingo, 8 de agosto de 2021

Rodante manicomio


 

La mudez,

esa debiera  ser ahora  la virtud

digna de una bienaventuranza.


El ruido se ha adueñado

de las ondas del éter.


Los que hacen proclamas

de lemas inmortales

que nacen ya corruptos.


Los que a voces pregonan

las muchas excelencias del mercado,

que siempre a los de siempre  da dinero.


Los que se desgañitan

intentando lograr su minuto de gloria.

Los que se publicitan, mostrando sus carencias

para engordar su ego.


Los que venden sus trápalas de humo...


Los que escupen su odio,

los que aclaman las glorias

de sus dioses de barro,

los que espantan sus miedos.


Todos gritan,

en un campeonato demencial 

para ver quién consigue captar  más  atención

 de una turba  de sordos.


Y en medio yo, aturdida,

 tratando de enunciar de manera discreta

mis humildes verdades.


A viva voz o en verso

ya no sé qué más puedo añadir

que en esta confusión

arroje algo de luz.


Todo es inútil

No hay nadie que se entienda

con este griterío.


Al fin y al cabo

mientras que el mundo gire, es lo esperable

que cada loco siga con su tema...


Y así andamos,

a vueltas, distraídos 

con los mantras de siempre,

bien revueltos...


Y juntos,

disfrutando

de la vida, que existe

porque al estruendo paga su tributo,

en este irredimible,

rodante manicomio.


La mudez es ahora

la virtud de los cuerdos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario