viernes, 14 de enero de 2022

Hacer mi Agosto

Nacer en la estación en que la escarcha

se empeña en adueñarse de tu aliento

y en anublar el brillo de tus ojos

no te aboca existir entelerido.


Es mayor infortunio

no encontrar en el nido el calor necesario.


Y aun así se subsana,

pues se impone

el ser sobreviviente.


Acabas habituándote

a los amaneceres desvaídos,

preludio de los días sin flores en tu alféizar,

y te vas resignando a ver pasar la vida

a través de cristales empañados.


No hay más que aclimatarse,

aprendiendo a ponerle buena cara al mal tiempo,

a exprimirle su gota de dulzor al instante

y a cantar mientras a la llueve.


Permitir que lo gélido te cale demasiado

no augura un buen futuro.


Nací en pleno invierno,

pero nunca dejé mi corazón

a la merced del frío.


Tampoco del silencio.

Este silencio

de ahora, que cautiva el aire y me recuerda

la verdad,

mientras doy

pasos sobre la nieve.


Sé que serán mis huellas

fugaces,

destinadas

a quedar sepultadas bajo el blanco

sudario del olvido.


Pero quién me prohíbe

soñar con que contemplo las estrellas fugaces

bajo un cielo de Agosto incandescente.


O escribirle  sin  pizca de recato

patéticas baladas

a la espectacular  Luna de Enero.


 

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