Un embrujo de fuego, un puro hechizo
de los sentidos, una alegoria
con que ilustrar la ardiente fantasía
de un creador festivo y primerizo.
Una voz que recrea la armonía
con que suspira un enamoradizo
cielo añil y a su ritmo pegadizo
las palabras convierte en melodía.
El don divino de sembrar la huella
del verbo que se escancia en un derroche
de amor sobre una tierra atormentada .
El modo de imitar a aquella estrella
que regala fulgor sobre la noche
para fundirse al alba con la nada.
Aunque todos sabemos que allí sigue ,
feliz sombra abstraída tras la luz que persigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario