Antaño acariciaste con tu espuma
playas en cuyo idílico paisaje
vislumbró un soñador su heroico viaje,
vencedor de los siglos y su bruma.
Ahora, que domina tus confines
el perfil de las torres de cemento
¿quién puede fabular que vence al viento
y boga rodeado de delfines?
Marenostrum un día te llamaron
aquellos que felices disfrutaron
sobre limpias arenas de tu arrullo.
Hoy, puesto que tu arcén nos arrebatan
algunos por lucrarse y lo alicatan,
habrá que renombrarte Maresuyo.
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