Ojala
todo fuese tan hermoso
y
resultase siempre a la manera
en que
yo lo lo soñé y el amor fuera
un
sentimiento puro y generoso.
Que la
fugacidad de su quimera
no
ardiese como yesca en el fogoso
altar
de la pasión y su engañoso
reclamo
de una eterna primavera.
Después
de conocer la llamarada
que al
corazón más gris revitaliza,
apena
comprobar cómo agoniza
hasta
quedar fundido con la nada.
Pero
aún así , más triste es ser ceniza
sin
haber sido brasa enamorada.
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